lunes, 28 de octubre de 2013

KULUNA

El P. Samuel  nos relata la muerte, delante de sus ojos, de un kuluna.
El P. Samuel M. Gitonga, misionero de la Consolata en R.D.Congo, nos explica la necesidad de abordar la educación de niños y jóvenes en países como en los que la ONG FRATERNIDAD SIN FRONTERAS está presente.


El relato sobrecogedor que nos envía es un alegato para que ninguno de nosotros, seamos del credo que seamos, podamos permanecer impasibles ante la injusticia y la falta de oportunidades de chicos y chicas que no pueden estudiar en sus países por falta de medios.


Su testimonio refuerza nuestra esperanza de que la educación es la única fuerza capaz de cambiar vidas.


KULUNA

Kinshasa (R.D.C. Congo)

Domingo 20 de octubre

Esta tarde fuimos a un hospital porque uno de nuestros alumnos no se encontraba bien y lo habíamos llevado allí. Justo cuando llegamos, nos encontramos a un grupo de chicos jóvenes que parece ir persiguiendo a otro grupo. En el grupo grande hay policías armados. También hay otros policías vigilando el hospital y algunos militares que han ido a un entierro en un cementerio al lado del hospital. Algunos chicos jóvenes cogen piedras pero la situación no parece peligrosa en absoluto. En ese momento los policías comienzan a disparar al aire y siguen más disparos. Nosotros estamos ya en la puerta del hospital. De pronto, no muy lejos, un chico joven corre hacia el hospital pidiendo ayuda a gritos. Cuando se acerca, veo que su camisa está empapada de sangre. Se acerca un poco más y veo que tiene un agujero en el esternón, sangra muchísimo, y grita pidiendo ayuda diciendo que le han disparado. Me parece que los médicos no ponen mucho esfuerzo en salvar su vida, aunque puede que sea así o no. Pasan unos cinco minutos con él y cuando un grupo de gente joven llega para recogerlo, los médicos parecen aliviados. Les dejan coger el cuerpo y unos pocos minutos después de dejar el hospital, el chico fallece.

Más tarde nos enteramos de que dos de ellos habían recibido disparos: uno falleció al instante y el otro, el que yo vi, corrió unos 100 metros para llegar al hospital. También nos dijeron que les dispararon muy de cerca. ¿La causa? Eran delincuentes y estaban cogiendo piedras para lanzárselas a los otros. Ese es el poco valor que la vida humana tiene en este país.

Las personas que hablaban con los médicos, la policía y la gente normal, decían que esos chicos merecían morir porque eran “kuluna”. “Kuluna” procede de la palabra portuguesa que significa “columna”, en relación con la forma en que los soldados marchan en columnas. Cuando a un chico se le etiqueta como “kuluna” puede morir en cualquier momento.

Es un fenómeno nuevo en Kinshasa: pandillas de jóvenes que a veces utilizan la violencia para robar a los transeúntes, especialmente por la noche. Actualmente se les considera la principal amenaza social y se les culpabiliza de todos los problemas. Suelen ser chicos que no pudieron ir a la escuela, que no tienen trabajo y que se sienten abandonados por el resto de la sociedad.





La gente como nosotros, los misioneros, estamos relativamente seguros. Lo que nos inquieta es que estos chicos son tratados de forma muy injusta. Creo que si no denunciamos lo que pasó nosotros, como cristianos, somos culpables del sufrimiento de estos llamados jóvenes delincuentes. Se lo comento a las personas con las que hablo pero me siento solo en la manera de enfocar este asunto. Me pongo de parte de los acusados porque eso es lo que hizo Jesús.


P. Samuel M. Gitonga



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